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SOBRE EL HORMIGÓN.

Forma parte de los imprescindibles en la construcción a lo largo y ancho del planeta debido a sus extraordinarias propiedades de resistencia a esfuerzos mecánicos y durabilidad. Sin embargo, no todo el mundo sabe explotar su potencial. Para lograrlo hay que tener en cuenta unas claves fundamentales.

Para que la estructura de hormigón sea resistente y duradera hay que evitar errores que le restarán años de vida útil como el uso de materiales y elementos estructurales inadecuados, empleo de recubrimientos de armaduras demasiado finos, forma o dimensiones o una dosificación y compactación incorrectas, entre otros.

También hay que ser conscientes de que tarde o temprano toda estructura de hormigón desarrolla una o varias enfermedades que precipitan su declive. Es decir, que las patologías son algo inherente a su ciclo de vida por lo que sólo un diagnóstico acertado y una intervención a tiempo pueden garantizar una correcta recuperación. Las anomalías más habituales, todas de origen químico, son la aluminosis, el ataque del ion sulfato, la reacción árido-álcali y la carbonatación.

Por tanto, una vez que se manifiestan los primeros síntomas actuar de manera inmediata marca la diferencia. De ahí que contar con un programa de inspecciones técnicas resulte crucial. En caso de prescindir de dicha planificación, lo más probable es que cuando se detecte la patología sea demasiado tarde como para ejecutar una acción correctiva que no sea la de la la demolición de la estructura. Desconchados, fisuras, grietas, señales de óxido y corrosión, eflorescencias, desprendimiento del revestimiento en elementos estructurales… son señales típicas de envejecimiento a las que se debe prestar atención.

Las fisuras, por ejemplo, constituyen un problema muy común en el hormigón armado y deben repararse en dos fases: la  primera resolviendo el origen de la fisuración y la segunda sellando la hendidura para cerrar la puerta a agentes externos que puedan favorecer la aparición de otras patologías. Igualmente pueden controlarse los efectos de la carbonatación implementando medidas que eviten la corrosión de las armaduras o la aluminosis centrándose en el refuerzo y saneamiento de las partes afectadas de la estructura.

Además de todo ello, debe siempre elegirse el tipo de hormigón más adecuado para cada aplicación
Afortunadamente, la decisión no es difícil ya que la innovación en los compuestos ha dado lugar a un catálogo tan amplio de hormigones especiales que facilita la elección según las propiedades técnicas, estéticas, método constructivo y durabilidad independientemente de las particularidades de cada proyecto. Algunos ejemplos son el hormigón de alta resistencia, ligero, reforzado con fibras, antibacteriano, drenante…el hormigón se adapta, en todas sus variantes, a cada caso.

Artículo de ingerierosasesores.
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