La lana de roca posee múltiples propiedades técnicas de interés pero una de las más sobresalientes es la capacidad de repeler el agua y de defender cualquier construcción del impacto negativo de la humedad. Ventaja que incide directamente sobre la salud y durabilidad de los edificios.
En núcleos urbanos húmedos y que sufren lluvias abundantes, incluso si son de carácter ocasional o concentradas en períodos determinados del año, se percibe un claro desgaste en las edificaciones y una evidente necesidad de protegerlos frente a este tipo de agresiones. Y es que sus efectos no solo pueden deteriorar el inmueble sino también la salud de sus habitantes por medio de la proliferación de hongos y esporas.
Como solución, la lana de roca parece inmejorable ya que es no hidrófila lo que significa que el agua proyectada no puede penetrar. Igualmente se le atribuye la cualidad no higroscópica, es decir, que resulta permeable al vapor del agua imposibilitando el paso del agua y su acumulación en el interior. Gracias a ello, evita el crecimiento de hongos, producto de la humedad, que perjudican la estructura interna de las construcciones, penetran en sus muros y llegan hasta el interior. Como consecuencia, tanto la pintura, las tuberías, los muros, y lo que es peor, la salubridad de la vivienda se ven especialmente dañadas.
Además es intrínsecamente resistente y una fuente natural inagotable, ya que la tierra produce 38.000 veces más roca cada año (a través de la actividad volcánica y oceánica) que la que usan algunas empresas del sector, como Rockwool, para elaborar sus productos de lana de roca. Esta es, precisamente, una de las marcas referentes a nivel mundial que cuenta con la más completa gama para el aislamiento y que puedes conocer en BIG MAT ASURMENDI, distribuidor autorizado de la firma.
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