La vivienda prefabricada, que no se construye en 15 días como asumen ciertos conceptos excesivamente optimistas, es una opción concisa en el tiempo y a la que se puede acceder ya sea por medio de un estudio de arquitectura especializado en este tipo de proyectos o empresas con modelos disponibles, técnicos y servicio de asesoramiento.
Entre las grandes ventajas que brindan este tipo de construcciones es que ofrecen la posibilidad de realizar un test antes de proceder a la implantación. Basta un diseño desmontable que pueda ser reconstruido con garantías y sea capaz de soportar un transporte. Esto permite un importante ahorro de tiempo y dinero ya que se puede probar la instalación evitando los problemas de la puesta en obra. Precisamente porque pueden someterse a un test previo, el precio final suele ser más ajustado. Y esto no significa, en ningún caso, que por su condición modular puedan resultar más impersonales o con escaso diseño y estilo.
Se trata también de viviendas con una gran calidad en cuanto a los materiales y a la construcción puesto que es mucho más controlable por ser proyectadas en taller y materializadas posteriormente. El confort es otro concepto diferente y dependerá de su acondicionamiento interior, del mobiliario, de la distribución…etc como en la construcción tradicional.
Respecto a esta, pueden experimentar una mayor tendencia a la estandarización y un alejamiento de la personalización algo más caprichosa de las edificaciones in situ. No obstante, la modulación resulta especialmente práctica y funcional con unos costes indirectos mucho más reducidos y una huella de carbono menor respecto a las obras en parcela. En lo que se refiere a la limitación del consumo y demanda energética, sin embargo, no presenta ningún rasgo distinto a estas.
Fuente: Teoríadelaconstrucción.
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