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CAPAS PROTECTORAS.

De manera mucho más compleja de lo que parece, el revestimiento de un edificio crea un entorno interior confortable. No se trata únicamente de cuatro paredes y un techo para esquivar las inclemencias meteorológicas ya que, precisamente ese revestimiento o parte separadora entre el interior y el exterior, está compuesta de múltiples capas con una funcionalidad muy específica.

Los típicos elementos del revestimiento de un edificio incluyen paredes, techos, suelos y ‘ventanajes’ (ventanas, puertas, claraboyas y otras aberturas), cada una las cuales contiene estratos y materiales diversos. Por ejemplo, en el caso de una típica pared de una casa norteamericana, podría incluir una placa de yeso, una barrera de vapor, un aislamiento de cámara de aire como lana de roca instalada entre los travesaños de madera, un tablero de virutas orientadas unidas mediante resina, una barrera resistente al agua, aislamiento exterior y, por último, un revestimiento. Esto solo constituye una parte del revestimiento del edificio, ¡pero con siete elementos diferentes!

Cualesquiera que sean la partes del interior que se proteja, el revestimiento del edificio posee cuatro funciones básicas:

  1. Soportar, transferir y acomodar las cargas estructurales impuestas por el entorno y el edificio.
  2. Bloquear y regular el calor, el aire, la humedad y el sonido entre el exterior y el interior.
  3. Acabar las superficies para satisfacer los requisitos estéticos y de rendimiento.
  4. Distribuir los servicios y utilidades tales como la electricidad y el agua.

Pero además debe también satisfacer una amplia variedad de cualidades a fin de cumplir con su cometido. ¿Son fáciles de construir? ¿Son duraderos? ¿Son fáciles de reparar y mantener? ¿Son seguros? ¿Son rentables?. Pero lo que realmente importa es la interacción. Todos los componentes necesitan trabajar en conjunción y de manera efectiva para contribuir a un clima interior confortable en unas condiciones medioambientales que podrían cambiar rápidamente de lluvias torrenciales a sol y calor e incluso a temperaturas bajo cero. Y en este sentido, los materiales estables y duraderos como la lana de roca son parte esencial de esta combinación.

De hecho, a lo largo de su vida útil, el aislamiento de lana de roca de ROCKWOOL para edificios suele generar un ahorro de aproximadamente 85 veces más que el índice de carbono que se emite durante su producción. Esto equivale a un ahorro de 155 millones de toneladas de carbono a lo largo de toda su vida útil.

Bueno para el medioambiente, bueno para tí.

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