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UN MUNDO SIN CEMENTO.

La edificación a base de fórmulas esenciales que combinan caliza, arcilla y yeso ha constituido una práctica habitual ya desde la Antigua Grecia. Entonces supuso una verdadera revolución económica equiparable a la máquina de vapor o al propio ordenador. Sin embargo, hoy en día está tan extendida que parece imposible pensar en una industria sin cemento.

Este material, que parte de una composición bastante básica, ha ido evolucionando mediante la incorporación de otros elementos como cenizas volcánicas, hierro o diferentes sulfatos. E incluso ha favorecido la creación de nuevas alternativas como el hormigón, que mezcla el cemento con grava, arena y agua. Su elaboración resulta especialmente sencilla y reclama ingredientes abundantes en la naturaleza por lo que cualquier país puede contar con su propia producción. Es decir, fácil y accesible, el cemento constituye un material de construcción que se antoja casi imprescindible.

El mayor inconveniente que presenta tiene que ver con el reciclaje ya que no existe ningún proceso que permita reutilizar los escombros que produce. Como consecuencia la demanda en las fábricas es continua aunque se vea sujeta a la evolución del mercado. De hecho, el nivel de consumo de cemento refleja el mejor o peor estado de la economía de un país.

La pregunta es si sería posible un mundo sin cemento. ¿Cuáles serían los costes en términos económicos? Y en términos ambientales? ¿Cuántos bosques hubieran tenido que desaparecer para dar lugar a la construcción de ciudades y cuántas de ellas hubieran resistido el paso del tiempo? ¿Cuántas vidas se hubieran perdido por las inclemencias del tiempo o del fuego?

La realidad es que el cemento ha demostrado y con creces grandes ventajas técnicas como una gran resistencia, durabilidad y versatilidad. Es, por otro lado, uno de los materiales más económicos de fabricar, apenas exige mantenimiento y es resistente al fuego. Por no mencionar que las emisiones de CO2 que genera son inferiores a otros materiales y que  funciona como un aislante natural lo que contribuye a reducir el uso de sistemas de calefacción en las edificaciones. En otras palabras, a día de hoy, resulta impensable vivir sin cemento.

Fuente: villamideconstrucción. 

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