El principio de la sostenibilidad procura garantizar la debida protección del medio ambiente y de los recursos naturales, algo que se hace cada día más necesario dados los altísimos niveles de contaminación de los últimos tiempos. Se trata, por otro lado, de un objetivo que afecta a todos los niveles y sectores, incluida la construcción. Y, en este sentido, actuar de manera respetuosa con el entorno no solo consiente una edificación responsable sino que brinda un sinfín de beneficios económicos a los diversos agentes como son arquitectos, ingenieros, propietarios y obreros.
El punto de partida consiste en recurrir a la adecuada gestión de los distintos elementos pero también al empleo de materiales que, de por sí, reúnen las propiedades adecuadas para este fin. Deben ser duraderos, exigir escaso mantenimiento y, sobre todo, ser aptos para el reciclado o recuperación en nuevos proyectos. De todas las posibles opciones, existen algunas que destacan precisamente por ofrecer un elevado y probado grado de sostenibilidad.
La madera, para empezar, constituye una alternativa extraordinaria. Se trata de un componente natural al que se atribuye el menor impacto ambiental de todos en cuanto a producción y ciclo de vida. Y su reutilización en el ámbito de las viviendas puede traducirse en un ahorro de hasta un 60% en calefacción o aire acondicionado. Le sigue el corcho aglomerado que puede obtenerse sin necesidad de tala. Es ignífugo, funciona perfectamente como aislante y no acumula electricidad ni humedad.
La piedra natural no se queda atrás ya que su extracción y utilización apenas repercute en el ambiente. Además de ser un elemento de gran durabilidad y de una estética exclusiva, brinda la oportunidad de ahorrar energía gracias a las características aislantes que proceden de su superficie rugosa. El bambú, sin embargo, ofrece una composición fibrosa y un interior hueco por lo que se aplica, preferentemente, en la construcción de estructuras livianas.
Por último, aunque aquí no se agotan las posibilidades, las pinturas naturales conforman también una elección de primer orden en cuanto a sostenibilidad. Elaboradas únicamente a partir de aceites vegetales y otros componentes naturales, permiten la transpiración de los materiales que recubren por lo que resultan especialmente interesantes para prevenir grietas, humedades y desconchones. Las opciones van mucho más allá ya que podría mencionarse la celulosa, el barro cocido o la lana de oveja. Y todas ellas constituyen una ocasión única de preservar los ecosistemas y el medio ambiente así como de mejorar la calidad de vida y la salud de las personas.
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Fuente: blog haya, trisacor, idealista.
