La historia de los tejados y cubiertas es extensa y abundante en recursos creativos con el único fin de lograr estructuras sólidas, estables y con la más alta capacidad de protección frente a las inclemencias externas. El recorrido, que comienza en aquellas techumbres elaboradas a base de pieles de animales o de arcilla miles de años atrás, ha desembocado en la aplicación de novedosas técnicas y sistemas de tecnologías avanzadas que procuran abrigo y aseguran el máximo bienestar en el interior de los espacios.
Desde aquellos primitivos orígenes, se ha pasado por diversas etapas en las que se ha intentado mejorar la resistencia y propiedades de los tejados. La paja y la madera alcanzaron gran notoriedad debido a su bajo costo, pero fueron perdiendo fuerza a favor de otras alternativas más actuales como el asfalto y el metal. Sin embargo, hoy es el día en el que estos materiales naturales regresan para asumir una clara posición de liderazgo bajo la bandera de la sostenibilidad y ante la necesidad de reducir el impacto medioambiental en la construcción.
Uno de los grandes avances ha venido de la mano de los revestimientos de fieltro de fibra que han demostrado su enorme capacidad de protección sin suponer un incremento de peso en las cubiertas. Además, permiten reforzar notablemente las propiedades de la madera de cara a resistir las embestidas de agua que derivan de las lluvias torrenciales y tormentas. Algo que pone de relieve la obligación de tener en cuenta las temperaturas y condiciones climáticas locales para diseñar estructuras adecuadas. Es más, en la actualidad no existen tejados válidos para todas las construcciones, ni siquiera en el aspecto cromático ya que los colores poseen una actitud térmica diferente entre sí: los tonos claros son más aptos para zonas cálidas y los oscuros para áreas frías. Está claro que se hila cada vez más fino.
Otra de las victorias en el campo de las cubiertas son los sistemas elaborados con balasca. Se trata de una alternativa eficiente de alta tolerancia climática que favorece la conservación de energía y el ahorro, factores imprescindibles en un entorno tan castigado como el actual. Pero es que, gracias a los avances tecnológicos, se puede entrar en detalles de diseño hasta ahora inconcebibles. Más allá del valor ecológico de los tejados o su grado de impermeabilidad, ya entran en juego otros aspectos como la mayor o menor exposición a ventiscas e incluso huracanes, la humedad o sequedad de la zona…etc La personalización es extrema y, en consecuencia, los profesionales no solo deben dominar las últimas novedades en términos de materiales y técnicas sino que también deben conocer en profundidad los patrones atmosféricos del área donde se realiza la construcción de tejados y cubiertas.
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